domingo, 16 de septiembre de 2012

EDUCACIÓN POPULAR



DOCENTE: PEDRO JUÁREZ
SPC III


"Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción... Quien enseña, aprende al enseñar y quien aprende enseña al aprender... Enseñar no existe sin aprender y visceversa" Paulo Freire, educador brasileño (1921-1997), pionero de la Educación Popular.
Estas dos palabras vienen sonando fuerte desde hace unos años a esta parte. La educación popular nace de la necesidad del pueblo trabajador de educarse. Y decimos pueblo trabajador porque los primeros bachilleratos populares fueron creados por trabajadores en fábricas recuperadas o en sindicatos. Sin embargo, el alcance que tiene la educación popular hoy en día es mucho mayor.  Cuando un bachillerato popular se inaugura, la comunidad entera es convocada, con lo cual, más de 14 millones de personas excluidas del sistema educativo (según el CENSO de 2001) son tentadas con esta nueva educación, la educación popular, en la que cada persona no sólo está invitada a aprender, sino también a enseñar.

Estos 14 millones de seres van desde los adultos que hace añares que no pisan un aula, hasta adolescentes recién salidos de la escuela formal, quienes por diferentes motivos fueron expulsados de la misma. Pero no es la función de la educación popular emparchar los agujeros de las políticas educativas del Estado, sino crear una verdadera herramienta transformadora, que logre reivindicar los valores perdidos de una sociedad que todavía no se recupera de las violaciones a los derechos humanos ni de las políticas neoliberales que vaciaron, entre tantas otras cosas, la escuela.

Ahora, ¿de qué forma se logra esto? Al respecto, Martín Yuchak, docente y coordinador del Bachillerato Popular “Casa del Trabajador” de Moreno opina que “se trata de poner en funcionamiento todas las fuerzas pedagógicas que existen en la sociedad, y que este sistema deja afuera” y que “si el docente pretende seguir enseñando como lo hizo siempre en la escuela o en la universidad, los estudiantes lo van a rechazar al igual que rechazaban a aquellos del sistema educativo que los dejó afuera”.

Los docentes de los bachilleratos populares trabajan ad-honorem, pero hay opiniones encontradas acerca de si un bachillerato debe autofinanciarse o no. No pasa lo mismo con el reclamo de la oficialización del título: en 2007 se consiguió que todos los bachilleratos populares otorguen título secundario oficial. Y se está peleando para que los que se crearon a partir de 2008 también estén oficializados. “Desde nuestros bachilleratos populares peleamos por el reconocimiento legal y por salarios para los docentes, pero antes que nada está el reconocimiento para el título de los estudiantes. Primero el pueblo, después la parte del pueblo que somos nosotros como docentes. 

 Si no cambiamos esa conciencia los docentes, difícilmente podamos aportar a un proceso de cambio en el sistema educativo” rescata Martín. Y agrega un ejemplo: “cuando comenzó uno de los bachilleratos que abrimos en el 2008 en un barrio de Moreno, comenzó la primera clase de biología y el profesor, con toda la buena intención, comenzó a explicar cómo iba a dar la materia. ¿Y qué pasó? En la mitad un estudiante lo cortó y le planteó: ‘nosotros discutimos y queremos que la materia biología sea la discusión del plan de salud del barrio, sino no nos sirve.’ Esa es toda una definición de qué es la educación popular. El estudiante cumple un rol docente porque es un trabajador del barrio que asume una tarea política. Si el docente no es capaz de aprender de la historia y las necesidades concretas y reales de los trabajadores y el pueblo es muy difícil que pueda aportar algo”.

No solo se trata de subvertir la pedagogía clásica, sino la forma de organización en su conjunto. Leonardo Dell Arciprete, egresado del profesorado de Física del CEFIEC, participa desde el Colectivo “La Trifulca” en un bachillerato popular de Barracas del Frente Popular Darío Santillán, y aporta a este tema desde su experiencia: “En un bachillerato popular no hay director, no hay preceptores ni personal de ordenanza. Todo se decide en asambleas, donde no hay diferencias de escalafón. La mayor fuerza de la educacion popular es la radicalización de la democracia, y eso es una enseñanza que nos damos entre todos, día a día, dándonos cuenta del potencial que tenemos si nos organizamos”.

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